Pocos cumpleaños se celebran como en La Cátedra. En el día de hoy se festejaron a la hora del almuerzo dos de ellos. La de un cocinero y la de una cocinera del lugar.
Como sorpresa primero que nada al llegar ellos a la mañana el local, parecía cerrado. Llamaron al dueño y les dijo que la puerta estaba abierta, que entren.
Al hacerlo vieron un gran destello proviniente de la cocina. Ingresaron con cuidado y se llevaron la sorpresa de que estaba llena de personas con globos y carteles de felíz cumpleaños.
Sebastián y Carla, los cocineros, no salían de su asombro. Después de unos minutos dijeron: "bueno ahora a empezar a trabajar, no es muy grande la cocina y ya está empezando a ingresar la gente".
Todos obedecieron a los subjefes de cocina y comenzaron con sus trabajos correspondientes.
En La Cátedra se acostumbra que cuando un personal cumple años a cada cliente se le regala algo. Ejemplo un postre gratis.
Marta, la esposa de Sebastián y cajera del resto, estaba tan contenta de que su marido cumpliera años, que cada vez que tenía que atender a un cliente le contaba lo que le habían hecho antes de que lleguen todos.
Varias personas se pusieron de acuerdo con élla y mientras el cumpleañero cocinaba entre cacerolas y fuegos, empezó a escuchar el cántico de "¡Que los cumplas felíz!". Todo vergonsozo salió de la cocina y comenzó a reirse. Agradeció a todos y aseguró que en el día de su cumpleaños junto con Carla, iban a hacer platos nuevos y mejor de los que ellos saben hacer. Pero sólo por ese día.
En el restaurant, La Cátedra, ubicado en Cerviño y Godoy Cruz en el corazón de Palermo, demostraron que siendo o no cumpleaños de cocineros, la comida y la buena predisposición, es la mejor.
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